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domingo, 28 de abril de 2013

Metamorfosis de Kafka


'Metamorphosis' trailer 2012 from Rockkiss DME on Vimeo.
Guía de lectura
Texto  y película
"El proceso" película completa  filmada por Wells.
Artículo sobre Kafka
Principales obras de Kafka
La función de las artes plásticas en la obra de Kafka

Algunas ideas de Laura Borrás en su conferencia en Caixaforum a la que asistieron antiguos alumnos del Juan de Villanueva el pasado otoño. Podéis utilizar estas ideas para el punto 2.3. del comentario o para la conclusión del tema:
1. Kafka es el clásico-moderno por excelencia.
2. Novela breve o cuento agrandado  que reúne la complejidad de un periodo histórico caracterizado por paradojas incomprensibles, guerras y pasiones desmesuradas.
3. Novela que incomoda continuamente, que nos mantiene ajenos por lo extraño de sus recursos.
4. Kafka en checo significa grajo, animal siniestro, misterioso, solitario... Praga habla en checo y en la familia de Kafka hablan en alemán (lengua del colonizador). Kafka es un judío en territorio cristiano. Sufre alienación política, religiosa, familiar y personal. Escoge el alemán (lengua materna) como lengua literaria. Praga habla en checo y la comunidad judía habla en yiddish. 7% de alemanes. Minoría judía. Inseguridad.
Claustrofilia. Ni siquiera tiene relación de familia, ni como hermano ni como hijo. En la Metamorfosis la familia aparece como auténtica manti religiosa. El lugar donde hay menos humanidad es en la familia. Lo exterminan y él, en un acto de generosidad, expira, se suicida. Alegoría y augurio. La verdadera transformación no está en Gregor sino en su familia, verdaderos bichos. Es la familia la que cierra no la que abre, la transformación de sentimientos no de cuerpos. La transformación de Gregor es el espejo que deforma para mirar con más lucidez. La deformación permite ver la transformación del entorno. Los temas de la obra son el suicidio, la escritura, la soledad y la muerte.
5. Realismo con elementos fantásticos: alegoría y autotransformación para liberarse.
5. Chis Swanton, adaptación de la obra al cine, ver vídeo.


TRONCHANTE CARTA DEL Dr. Sigfried Wolf (Lector) al autor de La metamorfosis (Kafka).
 « Muy señor mío:
Me ha hecho usted un desgraciado.
He comprado su Metamorfosis y se la he regalado a mi prima. Pero ella no sabe qué pensar del argumento. Mi prima se lo ha dado a su madre, ésta tampoco sabe qué pensar. La madre le ha dado el libro a mi otra prima y ésta tampoco se aclara.
Así que ahora me han escrito a mí: que yo les explique la trama. Porque soy el doctor de la familia. Pero yo estoy perplejo.
«¡Señor mío! Yo he bregado con los rusos en las trincheras durante meses y no he pestañeado. Pero si se fuese a pique la reputación de que gozo entre mis primas, eso no lo soportaría. Sólo usted puede ayudarme. Y tiene que ayudarme; pues usted es quien me ha metido en este lío. Así que, por favor, dígame lo que mi prima tiene que pensar de la Metamorfosis.
Su muy atento y seguro servidor q.e.s.m.
Dr. Sigfried Wolff »
                              
Un fragmento del diario de Kafka (sobre su relación con la escritura)
15 de diciembre. Simplemente no puedo creer en mis deducciones sobre mi actual estado, que dura ya casi un año; para tales deducciones, mi estado es demasiado serio. Ni siquiera sé si puedo decir que no es un estado nuevo. De todos modos, mi verdadera opinión es: este estado es nuevo; los he conocido semejantes, pero ninguno como el actual. La verdad es que soy como de piedra, soy como mi propio mausoleo; no queda ni un resquicio para la duda o para la fe, para el amor o para la repulsión, para el valor o para el miedo, en lo concreto o en lo general; vive únicamente una vaga esperanza, pero no mejor que las inscripciones de los mausoleos. Casi ninguna de las palabras que escribo armoniza con la otra, oigo restregarse entre sí las consonantes con un ruido de hojalata, y las vocales unen a ellas su canto como negros de barraca de feria. Mis dudas se levantan en círculo alrededor de cada palabra, las veo antes que la palabra, pero, ¡qué digo!, la palabra no la veo en absoluto, la invento. Y ésta no sería la peor de las desgracias, porque entonces me bastaría con inventar palabras capaces de barrer en alguna dirección el olor a cadáver, para que éste no nos diera en la cara directamente a mí y al lector. Cuando me pongo ante mi escritorio, no me siento más a gusto que uno que cae en pleno tráfico de la Place de l'Opéra y se rompe las dos piernas. Todos los vehículos, a pesar de su estrépito, se afanan en silencio desde todas las direcciones y hacía todas las direcciones, pero el dolor de este hombre pone orden mejor que los guardias; este dolor le cierra los ojos y deja desiertas la plaza y las calles, sin que los vehículos tengan que dar la vuelta. El exceso de animación le duele, porque él, sin duda, no obstruye la circulación, pero el vacío no es menos grave, porque deja rienda suelta a su verdadero dolor.

16 de diciembre. No volveré a abandonar este diario. Debo mantenerme aferrado a él, porque no puedo aferrarme a otra cosa. Me gustaría explicar el sentimiento de felicidad que, de vez en cuando, siento en mi interior, como ahora, precisamente. Es en verdad algo efervescente, que me llena del todo con un ligero y agradable estremecimiento y me convence de que tengo unas aptitudes de cuya inexistencia puedo convencerme en cualquier instante, también ahora, con toda seguridad.
                                           
Un fragmento del diario de Kafka (sobre educación)
Domingo, 19 de julio de 1910, dormir, despertar, dormir, despertar, perra vida.

Si me pongo a pensarlo, tengo que decir, que, en muchos sentidos, mi educación me ha perjudicado mucho. Este reproche afecta a una serie de gente: a mis padres, a unos cuantos parientes, a determinados visitantes de nuestra casa, a diversos escritores, a cierta cocinera que me acompañó a la escuela un año seguido, a un montón de maestros (que debo comprimir estrechamente en mi memoria, pues de lo contrario se me desprendería alguno por un lado u otro; pero como los tengo a todos tan apretujados, es todo el conjunto lo que se va desmoronando a trechos), a un inspector escolar, a unos transeúntes que caminaban lentamente, en una palabra, este reproche serpentea por toda la sociedad como un puñal y nadie, lo repito, nadie está desgraciadamente seguro de que la punta del puñal no vaya a aparecer de pronto por delante, por detrás o por un lado. No quiero oír réplica alguna a este reproche, porque he oído ya demasiadas, y puesto que, en la mayoría de las réplicas, he sido también refutado, incluyo también dichas réplicas en mi reproche, y declaro que mi educación y esta refutación me han perjudicado mucho en más de un sentido...

Tal vez se podría suponer que me han educado en cualquier lugar apartado. No, en plena ciudad me han educado, en plena ciudad. No, por ejemplo, en alguna ruina en las montañas o junto a un lago. Hasta el momento, mis padres y sus secuaces quedaban cubiertos y ensombrecidos por mi reproche; ahora lo echan fácilmente a un lado y sonríen, porque he apartado las manos de ellos, me las he llevado a la frente y pienso: debiera haber sido el pequeño habitante de las ruinas, a la escucha del graznido de los grajos, bajo sus sombras que me sobrevuelan, enfriándome bajo la luna, aunque al principio hubiese sido algo débil bajo el peso de mis buenas cualidades, que necesariamente habrían crecido en mí con la fuerza de las malas hierbas; tostado por el sol, el cual, entre los escombros, me habría iluminado por todas partes en mi lecho de hiedra.
Un fragmento del diario de Kafka (sobre la lectura)
31 de octubre. Las narraciones breves de Wilhelm Schäfer, leídas sobre todo en alta voz, las leo con el mismo placer atento con que me haría pasar por la lengua un trozo de hilo. Ayer por la tarde me resultaba al principio algo difícil soportar a Valli, pero cuando le hube prestado El desdichado y ella lo leyó un poco y debió de estar realmente bajo la influencia del relato, yo la amé por esta influencia y la acaricié.



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