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viernes, 13 de junio de 2014

Literatura monástica femenina. Hildebarda de Bingen.


                                                                                
                             Beguinas: emparedadas o muradas en la E.M.

El siglo XIII se considera el siglo de la mística femenina. Las mujeres místicas enseñaban, eran maestras de la palabra revelada, inspiradas por la gracia divina y la claridad, sin subirse al púlpito, a través de la conversación y las buenas palabras. Estas mujeres, conocedoras de la literatura cortés, escribían para comunicar sus experiencias pero también para comprenderse a sí mismas. 

Hubo una época en que las mulieres religiosae iniciaban su andadura fuera de toda norma institucionalizadora que cercenara su capacidad de movimiento, por poco tiempo porque se va imponiendo a las comunidades paulatinamente una estructura organizativa. Aparecieron las congregaciones de beguinas disciplinadas que se sometían a una cierta regla de vida, obedecían a una magistra y se organizaban al modo de las corporaciones y los gremios artesanos. Comían, rezaban, trabajaban  y guardaban silencio juntas con independencia del poder masculino. Se respetaban y ayudaban mutuamente. Tenían votos temporales, vivían una temporada y salían, otras entraban cuando eran mayores y al revés. Ninguna era forzada a quedarse, podían irse cuando querían, una libertad que no daban las órdenes religiosas.

Se levantaron los primeros recintos de beguinas, llamados CURTIS o beguinatos, cuyas habitantes recibieron el nombre de “beguinas claustrales”.  Desde Flandes, norte de Francia y Alemania se extendieron por toda Europa. Hay noticia de beguinas en Cataluña y reino de Castilla. En siglo y medio existieron unas 200.000 beguinas. Eran verdaderas ciudades religiosas, constituidas por una multitud de casas pequeñas (a veces hasta cien) cada una de las cuales está habitada por una o varias beguinas. Por su exclusividad, historia y originalidad arquitectónica los beguinatos fueron declarados en 1998 patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Ejemplo de ellos es el Beguinato de Stuttgat en Alemania. En algunas regiones pervivieron las primitivas formas independientes de la vida beguinal (solas y recluidas en celdas de pocos pies pero en contacto espiritual con los demás).

La Iglesia oficial pronto empezó a mirar con desconfianza a estas mujeres porque eran libres, con votos temporales, no estaban sometidas  a un marido y porque expresaban sus experiencias místicas y su doctrina en lengua vulgar. A pesar de contar con frecuencia con la protección de la orden cisterciense y, en ocasiones, de algunos obispos, empezaron a ser perseguidas, a algunas no les quedó más remedio que ingresar en monasterios convencionales, otras desaparecieron, alguna se encontró con la hoguera de la Inquisición... Si bien el movimiento continuó durante siglos en Centroeuropa fue con mucha más prudencia en sus manifestaciones religiosas.

HILDEGARDA DE BINGEN O LA IMAGINACIÓN VISIONARIA 

Película Visión sobre la vida y obra de Hildegarda . Llegó a las salas españolas en agosto de 2010, en ella se muestra la defensa del poder de la mujer en la Iglesia.


Enmurada entre 1080 y 1100 vivió en una celda de 8 pies comunicada con exterior por una delgada ventana. Acabó su reclusión e inició viajes de predicación 1098-1141. En los encabezamientos de sus epístolas inteligentemente por ella utilizados, a la hora de tener que realizar una petición a quien ostenta el poder: “yo, una pobre y pequeña mujer”....”paupercula forma”, dice ser “una pequeña pluma suspendida en el aire que la mueve a su antojo”, (Pernoud, pag. 60). Se muestra así como un cuerpo débil, indefenso y muy humilde. Sin embargo, a la hora de enfrentar a Barbarroja o al propio papa Anastacio IV, no vacila en
mostrar su temperamento, su valentía, dejando esa postura de mujer débil y humilde, para pasar a ser una mujer fuerte y decidida.

El aporte de Hildegarda al mundo medieval fue muy importante. Contribuyó a la renovación de la vida religiosa e intelectual desde diferentes ámbitos: escribió sobre teología, medicina, compuso música, pintó numerosos cuadros, atendió enfermos que curaba con hierbas plantadas en su huerta. Tenía una concepción holística del estudio del hombre como un todo, el pensamiento de Hildegarda era muy evolucionado para su época, a riesgo de ser censurada por la Iglesia y la sociedad medieval, lo que demuestra su habilidad para manejar las situaciones que le podían resultar adversas.


El Papa dictaminó: “Sus obras literarias son conformes a la fe y en todo semejantes a los antiguos profetas” y escribió a Hildegarda instándola a continuar la obra y animando y autorizando la publicación de sus obras. Aprobación tan señalada era el reconocimiento oficial de que la labor de Hildegarda estaba inspirada por Dios. A partir de este momento puede publicar las obras de sus visiones.

Hildegarda se apresuró entonces, llevada de enardecido celo, a refutar de palabra y, por escrito, los errores de los herejes cátaros. Así llegó a ser una de las columnas más firmes de la Iglesia por aquel tiempo. Su fama hizo que su comunidad creciera de modo que tomó la decisión de establecer a sus monjas en un monasterio propio, sin ninguna dependencia de la abadía de monjes de Disibodenberg, para lo que fundó un convento en Rupertsberg, cerca de Bingen. Fue el primer monasterio de monjas autónomo, pues hasta entonces siempre habían dependido de otro de varones. Entre 1147 y 1150 las monjas se trasladan a su nuevo monasterio. Los monjes de Disibodenberg se opusieron a este traslado, pues veían disminuidas las rentas y la influencia de su monasterio, pero la tenacidad y energía de Hildegarda venció todas las dificultades y en 1150 el Arzobispo consagró el nuevo monasterio, que siguió atrayendo numerosas vocaciones y visitantes.

En la década de los años 1150 comienza su obra musical, de la que se conservan más de 70 obras con letra y música, himnos, antífonas y responsorios, recopiladas en la Symphonia armoniae celestium revelationum, (Sinfonía de la Armonía de Revelaciones Divinas) la mayoría editadas recientemente,así como un auto sacramental cantado, titulado “Ordo virtutum” (1150?). "La música puede curar las heridas"

Entre 1151-1158 escribió su obra de medicina bajo un único título: Liber subtilitatum diversarum naturarum creaturarum (Libro sobre las propiedades naturales de las cosas creadas). En el siglo XIII fue dividido en dos textos. Physica (Historia Natural), también conocido como Liber simplicis medicinae (Libro de la Medicina Sencilla), y Causae et Curae (Problemas y Remedios), también conocido como Liber compositae medicinae (Libro de Medicina Compleja).

Fue la única mujer a quien la Iglesia permitió predicar al pueblo y al clero en templos y plazas sobre los temas que más urgían a la Iglesia: la corrupción del clero y el avance de la herejía de los cátaros . 

De sus cartas se desprenden los itinerarios y la finalidad de sus viajes que realizaba en barco y a caballo, un auténtico sufrimiento para su naturaleza débil. Escribió más de 300 cartas a personas de toda índole que le pedían consejo como árbitro en contiendas. Se tiene conocimiento de esta relación epistolar con papas (Eugenio III, Anastasio IV y Alejandro III), cardenales, obispos, abades, reyes (Enrique III y su esposa Leonor de Aquitania, Conrado III y su hijo y sucesor el emperador Federico I Barbarroja), emperadores, nobles, monjes, monjas, hombres y mujeres de toda Europa. Fue referencia moral de su época.